Guardar la semilla
Guardar la semilla
El pájaro Dziú cooperó con la labor de resguardar la vida cuando Chaac decidió regenerar la tierra, intervino a pesar del riesgo, para guardar la semilla bendita que alimenta los cuerpos del pueblo. El momento se hizo urgente porque peligraba el espíritu de un territorio y la vida del Dziú.
- ¿Qué pensarán hoy dioses y diosas del agua y del fuego mirando a la humanidad creando incendios en lo forestal, en los estados y sus guerras; al mismo tiempo que cruzan mares para ser esperanza y consuelo?
- ¿Olvidamos el saber y el respeto de los ciclos de la vida del Dziú?
- ¿Dónde custodiamos la semilla del alimento de los cuerpos de esta humanidad que somos?
Nosotras creemos que la semilla sigue en custodia, aún en los incendios, en las guerras de fuego y de olvido, en el caos cotidiano que enfrentan las familias de las y los desaparecidos y de quienes exigen justicia por el feminicidio de sus hijas, aún en el dolor del campesino y apicultor que mira derrumbado y envenenado su monte.
Si, se resguarda la semilla, la resguardan el grupo de mujeres que se organizan para reforestar, sembrar sus solares, cooperar con las xunan kab en el respeto de los mundos pactados en el origen; los pueblos originarios que peregrinan, alzan la voz y ponen sus cuerpos para guardar su territorio, que saben que es del mundo; la flotilla que cruza los mares para entregar el aliento de la vida en territorios donde, a pesar del genocidio, se vuelven luz de una familia que mira la mar en esperanza de recibir a las embarcaciones del mundo, que sostienen la integridad del espíritu que han querido arrebatarles.
Resguardamos las semillas en el baile, en la ofrenda al fuego, en el nixtamal de naal tel, en la movilización ciudadana ante los desastres del fuego de las ciudades. Pero también en los momentos de calma, donde un damnificado de la vida habita tormentas y un alma cooperante lo mira sonriendo, acompañando, dando fuerza, luz, dignidad y se vuelve templanza en la tormenta.
Seamos como el Dziu, el cardenal, la paloma, el colibrí, como los guardianes de los cielos cuando fue el llamado del señor Chac, antes de la gran quema de renovación del monte y la milpa. Demos nuestro servicio a la poderosa labor de guardar lo pequeño en su basta presencia. Ninguna semilla es pequeña, ni insignificante, todas las custodias de la vida son necesarias, urgentes, poderosas y suficientes.
¿Cuál es la semilla que reguardas bajo las alas?




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